AGUAFUERTE, PUNTASECA
Welcome to hell
En tiempos de Dante, se podía dar una localización física e incluso cosmológica al diablo: se encontraba, en posición invertida, vencido pero majestuoso, en el centro de la Tierra y de la gran rueda del universo. Hasta hace un siglo, después de las fiebres románticas, todavía podían hacerse pactos con él: era una figura individual, aunque más móvil, más ambigua; era profundamente perverso, de acuerdo, pero en él reconocíamos todavía ese espíritu invicto, viejo amigo del hombre.
Pero ahora parece haber perdido del todo su aura, o haberla dispersado tanto que ésta es casi una sombra, o puede confundirse con el humo de un cigarrillo. ¿Dónde está el infierno, o dónde está el Maligno? Se pierden las facetas satánicas, se mezclan irremediablemente con las de cualquiera; nadie podría reconocer en él, ni haciendo un esfuerzo, un ángel que antes había salido victorioso. Ayer mismo creí reconocerle, sentado en el bar de la esquina, dando sorbos a un carajillo de anís mientras pasaba a toda velocidad páginas (quién sabe de qué contenido) en un smartphone algo gastado.


