Del mismo modo que la soledad queda grabada en la piel de quien la vive, Oriol Tuca graba sobre el papel sus rastros. Lo hace a través de criaturas del sueño, de la imaginación, de la naturaleza o de la civilización, que arrastran soledades —elegidas o sobrevenidas, eso tanto da— y que en el oscuro espesor de sus incisiones hacen de espejo para la intimidad de nuestros silencios.
Pere Parramón, Historiador del Arte